EL ESTADO SOCIAL DE DERECHO Y LA MASONERÍA: UN COMPÁS QUE NO DA ESPERA



Artículo publicado en Adoniram, la revista digital masónica del Supremo Consejo Central Colombiano para el Grado 33 del REAA. 
Edición de agosto de 2024, dedicada al Estado Social de Derecho. 


Por Margarita Rojas Blanco M.·.M.·.

El Estado Social de Derecho y la Masonería son dos conceptos que han influenciado profundamente la evolución de la sociedad moderna, aunque lo correcto sería decir que son dos ideas, de las más grandes que ha tenido la humanidad, porque si le implantas una idea a un hombre, podrás cambiar a todos los hombres, ya que una idea es más fuerte que una bacteria o un virus, porque es resistente y altamente contagiosa. Una vez que una idea se ha apoderado del cerebro, es casi imposible erradicarla, ella se aferra, y la masonería se ha aferrado a los hombres y ha sobrevivido a pesar de los siglos.

Estas dos ideas entonces, la de la masonería y la del Estado social de derecho, tienen como objetivo principal el progreso de la humanidad y la promoción de valores fundamentales como la justicia, la igualdad, la fraternidad y la solidaridad, enmarcados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la iniciativa global firmada en 2015, que busca abordar los desafíos sociales, económicos y medioambientales más apremiantes del mundo.

El Estado Social de Derecho es un modelo político y jurídico que promueve la igualdad, la justicia y el bienestar social como principios fundamentales. En este tipo de estado, las instituciones gubernamentales están obligadas a garantizar no solo el respeto a los derechos individuales, sino también a promover condiciones de vida dignas para todos los ciudadanos, especialmente los más vulnerables. El Estado Social de Derecho se basa entonces en la idea de que el poder del Estado debe utilizarse para proteger y promover el bienestar general de la sociedad.

Es por esto por lo que la masonería como organización fraternal y filantrópica que promueve valores éticos y morales, así como el progreso personal y social, está ligada a la idea de Estado social de derecho, porque están en su esencia los principios como la fraternidad, la tolerancia, la libertad de pensamiento y la búsqueda de la verdad. Los masones nos comprometemos a trabajar por el mejoramiento de la sociedad y a promover el progreso humano a través de la educación, la filantropía y el servicio a la comunidad.

¿Verdad que si? ¿O no tanto?

La verdad sea dicha: no tanto. Los masones hemos olvidado, por el paso del tiempo, que es implacable como la tormenta en un páramo, que estamos llamados a trabajar en el pulimiento de la piedra bruta de nuestro templo interior, para que, con esta búsqueda de perfeccionamiento, podamos aportar en la construcción de unas sociedades equilibradas y fraternas para todos, pues un Estado es un conjunto de instituciones que se mueven con base en una coreografía que unas personas deciden seguir. Y esas personas tienen una idea implantada en su cerebro, que, si va en contravía de los principios arriba mencionados, pues no saldrá muy bien.  

¿Se nos habrá olvidado a los masones usar el compás?
Tenemos los masones muchas herramientas para utilizar en el quehacer de la construcción y perfeccionamiento de nuestro templo interior, trabajo que redundará en los templos exteriores, los de los Estados. De todas estas herramientas, los masones tomamos el compás que utilizaban los canteros del siglo XVII en el tallado de las piedras, para duplicarlas, repitiendo en ellas las medidas exactas de otra previa cincelada y la convertimos en una de las dos más importantes para nosotros.

Y es que el compás es una de las dos herramientas que más nos identifica, especulativamente hablando, porque por medio de él nos imponemos, nos obligamos a realizar la tarea de la mejor manera, perfecta, buscando un talante superior, que esté por encima de nuestra propia condición humana, esa que a veces es tan baja.

El compás simboliza para nosotros los masones, lo trascendente que debe motivar al masón en la búsqueda de decisiones y acciones que la sociedad le demanda.  El compás nos da instrucciones de cómo debemos comportarnos, delimita un círculo como imagen de lo absoluto, de aquello que tiene principio y fin en sí mismo, es pues el compás el espíritu.

Los masones limitamos la apertura del compás a 90° máximo, indicando con ello los límites que el individuo no debería sobrepasar, por eso el compás es el símbolo del espíritu y de su poder sobre la materia, representa valores y virtudes como la sabiduría, el altruismo, el saber, la generosidad, el desinterés, la filantropía, la nobleza, la caridad, los ideales superiores, la superación personal, el amor sincero, la filosofía, la dignidad humana, el honor, la amistad, el buen comportamiento, el compromiso, la libertad, la igualdad, la fraternidad.

De acuerdo con los diferentes grados de apertura de los brazos del compás, se pueden trazar círculos para delimitar nuestros derechos y nuestros deberes en relación con los demás. Impone los límites para mantener en control nuestros prejuicios y defectos, y muestra las posibilidades de conocimiento dentro de límites precisos que no podemos traspasar.

Pero en nuestro trasegar masónico, se nos ha olvidado utilizar el compás en el mundo profano, no estamos aportando a la construcción de unas instituciones que se planteen límites entre lo correcto y lo corrupto, no estamos siendo activos en el planteamiento de los límites entre la razón y la codicia, no somos actores de cambio, sino más bien somos espectadores de unas sociedades cada vez más dominadas por los dioses nuevos, los del dinero, el poder y la fama.

Tenemos los masones un llamado global a la acción para aportar a la solución de los grandes problemas del planeta, como la erradicación de la pobreza, la protección del medio ambiente y la garantía de que todas las personas gocen de paz y prosperidad. Estos objetivos a su vez abarcan una amplia gama de temas, desde la mejora de las condiciones de vida hasta la igualdad de género, la acción climática y el fortalecimiento de las instituciones. Debemos trabajar por la promoción del bienestar humano y la justicia social, la búsqueda de la garantía de una vida digna para todos los ciudadanos, por medio de por ejemplo actividades filantrópicas o promoviendo el desarrollo comunitario.

Debemos los masones abogar por el acceso equitativo a los recursos y la promoción de la seguridad alimentaria como parte integral del bienestar humano. La igualdad de género es un ámbito en el que el Estado Social de Derecho y la Masonería convergen. Tanto el Estado Social de Derecho como la masonería debemos promover la igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas, independientemente de su género, y trabajar hacia la eliminación de la discriminación y la violencia de género.

El Estado Social de Derecho y la Masonería son pues dos pilares fundamentales en la búsqueda del desarrollo sostenible y la promoción de una sociedad más sensata y ecuánime. Debemos los masones estar alineados con los principios y metas establecidos por un Estado social de derecho para abordar los desafíos más apremiantes de nuestro tiempo. Al trabajar juntos en pro de estos objetivos, el Estado Social de Derecho y la Masonería pueden desempeñar un papel crucial en la construcción de un mundo más próspero, pacífico y sostenible para las generaciones presentes y futuras, temas a los que no podemos darnos el lujo de darles un compás de espera.
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Bibliografía

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