Entonces el VM dice: “Hermanos, ya no estamos en el mundo profano. Hemos dejado nuestros metales en la puerta del templo. Elevemos nuestros corazones en fraternidad y nuestras miradas hacia la luz”.
Una frase poderosa, un conjuro que promete un espacio limpio e iluminado, diferentísimo al que se acaba de abandonar. ¡Quimera! ¿Delirio?
¿Y si la luz es la de esos nuevos metales?
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